Una historia editorial en el 50 aniversario de la Universidad Nacional

pasado a tenerse como un dicho, o sentencia: “Gutta cavat lapidem, non vi, sed saepe cadendo”, "La gota horada la roca, no por su fuerza, sino por su perseverancia".

Según esto, al echar una mirada retrospectiva con el fin de historiar el origen y desarrollo de la EUNA, necesariamente se ha de pensar, no solo en los resultados o saldo de lo que hoy tenemos a la vista en la cuantía de su producción, sino en ponderar que tales resultados son producto de la perseverancia de muchas personas que, como constante goteo, a través de sucesivas etapas de sus acciones, contribuyeron a construir y llevar a la EUNA hasta su plenitud y sobresaliente existencia en el mundo editorial.

En ese constante goteo –siguiendo metafóricamente el dicho ovidiano– se encuentran en primer lugar quienes, con su dedicación literaria e investigativa, presentaron, ofrecieron y solicitaron la publicación de sus escritos bajo su sello. He dicho en primer lugar, porque realmente, así como no funciona el molino sin grano, tampoco las editoriales tendrían nada que ofrecer de cosecha propia. Y, en este aspecto, los aportes han sido numerosos e incesantes.